Los sistemas universitarios de España y
Finlandia podrían a priori no parecer demasiado diferentes. En España
recientemente se cambió la estructura de los títulos de enseñanza superior como
parte de un proceso de “armonización” de las titulaciones a nivel de la UE para
hacer más fácil la movilidad de estudiantes entre los diversos países miembros,
y facilitar el intercambio laboral entre ciudadanos dentro del mercado común
europeo. A pesar de esta armonización, la filosofía de los estudios
universitarios es a mi juicio bastante diferente, y las universidades reflejan
también las diferentes prioridades que en cuanto a educación tienen ambos
países.
A pesar de que vine a estudiar a Finlandia por
mi cuenta, sin participar en un programa de intercambio con una universidad
española, estudié en España lo que es ahora el equivalente a un grado
universitario, según el plan de estudios anterior a la armonización europea.
Como estudiante de un programa de máster en la universidad de Lappeenranta,
puedo ver bastantes diferencias entre ambas universidades.
El sistema finlandés, por lo que he visto
durante el año que llevo aquí, parece centrarse más en la libertad académica y
la responsabilidad en el aprendizaje por parte del estudiante. En otras
palabras, el estudiante tiene libertad total para investigar y aprender lo que
quiera que le interese, consistiendo los cursos impartidos más en una serie de
ideas o guías sobre un tema en concreto sobre los que luego el estudiante
debería profundizar. Se realizan cantidad de tareas que, al menos en mi área,
suelen consistir en búsquedas de información sobre un tema relacionado con el
curso, que debe ser luego plasmada en forma de informe de manera que se amplían
y consolidan las ideas transmitidas durante las clases. El estudiante tiene,
dentro de los parámetros mínimos establecidos por el plan de estudios, bastante
libertad para configurar el mismo y elegir las asignaturas que le interesen. El
profesorado está para orientar y dar consejo experto al alumno sobre los temas
que le interesen, estén estos o no directamente relacionados con las
asignaturas impartidas.
En España, por el contrario, los cursos tratan
temas concretos bien definidos, en bastante profundidad. El temario está muy
marcado y existe muy poca flexibilidad a la hora de configurar un plan de
estudios determinado, limitándose a unas pocas asignaturas por curso. No suele
haber mucho espacio para ampliar o investigar los temas exigidos durante los
estudios. Se ofrece una formación reglada bastante rígida, y la mayoría de los
estudiantes terminan con conocimientos muy teóricos pero consolidados sobre los
temas concretos que se trataron. El profesorado suele dar apoyo sobre las
materias explicadas, pero el ir más allá de ellas depende del caso en concreto.
En cuanto a las instalaciones, las
universidades finlandesas suelen ser modernas y bien equipadas. En los últimos años, con la modernización y
construcción de nuevas facultades en España no suele haber gran diferencia en
cuanto a calidad de las instalaciones, notándose tal vez más en los edificios
viejos. La mayor diferencia se encuentra tal vez en la falta de equipamiento de
los laboratorios de las universidades españolas en comparación con las
finlandesas, lo que limita mucho la realización de actividades prácticas. En general
en Finlandia se invierte mucho más en educación que en España, y eso es visible
sobre todo en este último caso.
Text:Brais Nogueira, a student in Curso Intercultural sobre Finlandia y España
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